martes, 25 de septiembre de 2018

PRIMERAS PALABRAS (II)





Decíamos ayer, parafraseando a Fray Luis de León, al que se debe leer sin excusa, que bardera es, según recoge el diccionario de la RAE en su edición del 2014, "nube pegada a los montes".
En la tierra de Pinares, en Soria, esta nube adopta un aspecto singular. Así, en esta comarca pinariega,  los Montes de Urbión se extienden de este a oeste, en un amplio frente que comprende todo cuanto la vista y el ancho horizonte castellano pueden abarcar.  A saber, desde el Alto de la Campiña que preside las tranquilizadoras aguas cristalinas de las lagunas de Neila, allá en Burgos ( más arriba y a mano izquierda según el Cid caminaba en su destierro hacia Valencia) hasta la Sierra Cebollera que ya ofrece su suave crestería al Moncayo aragonés y casi a tocar de Torrearévalo, en la comarca de las Tierras Altas, lugar rodeado de acebales y en el que Julián Sanz del Río (aquel que introdujo el krausismo en España y tuvo su parte de culpa en la creación del Instituto de Libre Enseñanza) abrió sus inquietos ojos de aprendiz de la vida al mundo.
Quien esto escribe, que ha contemplado Urbión desde todos los lugares que le ha sido posible, entiende que la bardera es nube pegada al monte, sí, pero no cualquier nube. Desde luego no es la vaporosa tela que se enreda con suavidad en el monte navarro, ni la niebla traicionera que agarra a las rocas de la cordillera Cantábrica, ni el inesperado nubarrón negro del Pirineo. No. La nube de la bardera es fina,alargada y algo curva, como una diadema  muy blanca o como el bigote venido a menos de un viejo anciano mexicano.
La bardera es, en estas tierras, señal de cambio de tiempo. Si la bardera se dibuja en el horizonte, será necesario tomar una pieza de ropa más, la rebequita si es verano, el grueso abrigo de lana en el invierno. Cuando la bardera hace su aparición por aquí,en el otro lado de las montañas -hacia el norte, hacia La Rioja, hacia Navarra, hacia el País Vasco- se mojan.



Pero la bardera es también, al menos para el escritor (que considera el arte de la escritura más que una técnica o una habilidad)  un estado, una idea que se presenta difusa en sus comienzo y que, merced a expresarla en el papel, en negro sobre blanco, a veces se deja ver y casi nunca atrapar. La bardera son pues nubes en la cabeza, nubes que dejan intuir un cambio y que nos aseguran que, por detrás de ellas esa transformación ya se ha dado.

En estas Crónicas desde la bardera hablaremos sobre la nube fina que se posa sobre la mente del escritor, esa que se cierne sobre las cimas de sus ignorancias. Aquella que le permite, en un rayito de generosa claridad, intuir que, detrás de ella, de la nube,  llega algo novedoso, que pugna por salir, por hacerse realidad. La forma que esta realidad adopte se podrá verter en el molde que ella, la vida,  estime más oportuno: reflexiones, cuento,  novela, teatro, poesía...
 El tiempo lo dirá.


Vicente García Campo
Llinars del Vallés
25-IX-2018

                         





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