viernes, 4 de marzo de 2022

 Tipos Infames: · FAHRENHEIT 451 · BRADBURY, RAY: DEBOLSILLO  -978-84-663-5671-8

 

 

                                                        VICENTE GARCÍA CAMPO

                “Humanismo entre llamas”

Ray Bradbury escribió novelas, ensayos y relatos. Algunos de estos últimos, como los contenidos en Crónicas marcianas, hicieron de él un autor conocido. Pero fue Fahrenheit 451 la que lo convirtió en un escritor respetado y admirado por todo tipo de lectores y no únicamente por aquellos inclinados a la ciencia ficción.

            ¿Y qué es aquello que convierte a F451 en una novela que trasciende los límites del género en que podría quedar enmarcada?

 

            Quizás la explicación más plausible resida en el poder hipnótico de sus imágenes. Es fácil, dolorosamente sencillo (e inevitable), imaginar y estremecerse con la boca del lanzallamas que escupe una densa saliva de fuego contra los libros. Y lo relacionamos con los diversos momentos en que en la humanidad se han quemado libros y lo que ello ha significado y, también, en un viaje literario a aquellas ocasiones en que los libros han ardido dentro de los libros, entre cuyos ejemplos más conocidos, se encontraría aquel famoso episodio "del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo" que ocurrió en el capítulo seis de don Quijote.

          El contraste que supone la profesión de Montag, bombero, con su función de quemar libros, imprime un primer latigazo que nos sacude las conciencias y nos obliga a preguntarnos ¿Qué está ocurriendo?

            A continuación, entramos en la vida personal de Montag. Al regresar a la vivienda que comparte con su esposa, encuentra a esta en un estado de inconsciencia profundo. Muy probablemente se ha atiborrado de pastillas para olvidar, lo más seguro, deduce él, es que se haya tragado el bote entero sin ser consciente de que lo hacía pues, en una estúpida espiral barbitúrica, cada vez que ingería una nueva pastilla,  olvidaba la ingesta anterior.

           Montag, obligado a vivir en un mundo en que la felicidad se impone por ley, comprende que su vida es solo un vacío. Él, y todos los que le rodean, solo son muñecos huecos que buscan el placer.  En una sociedad en que felicidad, ignorancia y placer  son sinónimos, los libros que quema contienen algo que rompe esa trilogía. Después de ver como una mujer muere por sus libros se le hace evidente que estos guardan algo que tiene un valor inestimable, y que es capaz, por sí solo,  de tambalear las bases del modo de vida de los millones personas que le rodean. 

            Ese "algo" es el conocimiento.

           Y la novela avanza, a través de un narrador en tercera persona, cercano, muy cercano a Montag, aunque en ningún momento se confunde con él y permite  una cierta distancia entre lo que vive el protagonista y lo que se  deduce de la lectura.

         Todo ello configura un mundo paralelo al del lector, que recorre determinados aspectos que le provocan la angustia de verse reflejado en ellos. Un extrañamiento profundo al encontrarse ante situaciones que su lógica intenta descartar, por ir en contra de aquello que supone la base de su pensamiento intelectual, el soporte de la civilización en que ha crecido y le ha formado como persona: la cultura y su manifestación más simbólica, el libro. Pero en F451, la temperatura a la que el papel se inflama y comienza a arder (se corresponde con  233º C), ese objeto cultural se ha convertido en especie cinegética, en alimaña cultural que  debe ser localizada y destruida.

         Montag, el cazador de libros, el bombero, no sabe, en los primeros compases de la novela,  que eliminando esos volúmenes está destruyendo objetos de un altísimo valor. Únicos en muchos casos. Y ha tardado mucho tiempo en descubrirlo. Cuando lo hace comprende que él no es, en realidad, un bombero sino una perversión que la sociedad en la que le ha tocado vivir ha construido. Y mucho menos un incendiario. Él es, aunque no lo sabe (en realidad, toda la novela gira más en torno a lo que Montag no sabe y quiere aprender que a lo que realmente conoce), un humanista. 

          Un humanista entre llamas. 

          Hecho de huecos. Agujeros de conocimiento y sentimiento que él, escapando de la ciudad, tratará de rellenar, de construir mediante eso que se encuentra en los libros que él destruía.

          La historia de Fahrenheit 451 es la historia de lo que puede ocurrir si dejamos que la sociedad se deje llevar por los placeres más inmediatos, por la infantilización y el olvidarse de la conciencia personal y colectiva en aras de una felicidad insustancial.

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