jueves, 29 de abril de 2021

https://www.youtube.com/watch?v=YlOLmpOBwgg 



SILENCIO Y LITERATURA


Consideraciones previas


Estas líneas que siguen a continuación son los apuntes que he tomado para participar en el programa del 30 de abril de Luis Anchondo y que versará sobre el silencio y la literatura. Por supuesto, este texto solo comprende una parte de la emisión. Por un lado, participamos dos ponentes y desconozco, más allá del título, de por dónde vendrán los tiros, pues una de las características principales de estas charlas es que debe haber manga ancha para la improvisación y lo que salga...


          Así que esto no es más que un guion orientativo. Si me decido a publicarlo en esta entrada es porque creo que, quizás, si a alguien le interesa la relación entre literatura y silencio, aquí puede echar mano de algún ejemplo y, aunque solo sea una muy breve y fina pincelada de acuarela, conocer la forma en que trato el silencio y sus alrededores en mi obra de ficción.


                    Sea pues:  



(Introducción para el programa)


    1.- De entrada, titular esta emisión número seis de "Un poco de todo" con el título de Silencio y literatura parece un tanto arriesgado. Como mínimo, contradictorio. La literatura, la escritura sobre todo, rompió con la limitación del lenguaje natural y lo convirtió en memoria, en chispazos eléctricos de la batería de las neuronas que conforma nuestro cerebro. Algo que, precisamente y por primera vez en la historia de la especie humana, rompía el silencio al que la muerte obligaba. 

----------------->>>>>Esta observación permitiría introducir la idea de que la literatura nos permite escuchar a las voces más preclaras de todas las épocas. (Sería un tema interesante para un próximo programa).


2.- Por otro lado, deseo matizar un aspecto del silencio que, con toda seguridad, Luis no mencionará.

y que, dada mi tendencia a la observación científica y a racionalizar la ciencia, quiero presentar. 

                                    EL SILENCIO ABSOLUTO NO EXISTE

    En efecto, a no ser que se esté completamente sordo el oído siempre está activo. Si cerramos los ojos, es decir, bajamos los párpados, no vemos. Creamos la oscuridad. Con el oído esto no funciona así. El tímpano siempre está activo, siempre vibra, siempre ahí agazapado como un león de la sabana, dispuesto a capturar al más pequeño de los sonidos. Si no hay ninguno, entonces escucharemos nuestros pasos, nuestra respiración o el crujir de nuestros intestinos. El oído está siempre alerta. Para lo que haga falta.


3.- El habla no es constante. Está formada por fonemas que escuchamos de forma lineal. Entre cada grupo de fonemas se establece un hueco, esto es, un silencio. Por lo tanto el silencio en el lenguaje es intrínseco a su naturaleza. Es la duración del silencio, su prolongación, lo que nos produce la sensación de silencio. 

    Así que es el Silencio lo que, por mera oposición, permite el habla. Además, en determinadas condiciones, y ahí ya estaríamos pisando el terreno de lo literario, la complementa. La naturaleza del silencio es tan especial que detrás de esta palabra se puede esconder un máximo de información. Eso es, según algunos teóricos, la poesía. Y eso es lo que sucede (y perdón por el salto mental en el vacío que acabo de realizar) por ejemplo en el final de La casa de Bernarda Alba de Lorca.

----------------------------->>>>El final de esta obra de teatro sería también una buena disculpa para una charla literaria. Los "Silencio" que aparecen al final del texto dramático, son mucho más, que la reiteración de una orden. 


4.- El silencio es parte delo humano. Y los poetas (como los músicos), sin duda, poseen una sensibilidad especial hacia el silencio. 

    El silencio tiene la capacidad de expresarse a sí mismo de múltiples formas. El azúcar siempre es dulce pero el silencio puede ser dulce, salado, amargo o insípido. Depende de cómo "lo cocines". 

Por ejemplo: el silencio de lo importante. En cualquier acto ritualizado, a las palabras sagradas, siempre le precede un silencio. Una boda, un funeral, la comunión etc.

    Neruda tiene varios poemas en los que habla del silencio. Uno en particular se titula Pido silencio. 

¿Por qué ese título? Porque lo que quiere expresar a continuación es importante. 

Nada más y nada menos que sus cinco cosas preferidas. 


O el silencio de la angustia insoportable. Y nada mejor para mostrarlo que este poema de El hombre acecha de Miguel Hernández. 

    Es, como muchos lectores habrán adivinado El tren de los heridos


                                    Silencio que naufraga en el silencio

                                    de las bocas cerradas en la noche

                                    habla el lenguaje ahogado de los muertos

                                    Silencio.


                                    Para vivir, con un pedazo basta:

                                    En un rincón de carne cabe un hombre. 


                (Los dos últimos versos que he transcrito no hacen referencia al silencio, pero son tan buenos que no he podido reprimirme y he dejado que la pluma se deslizase sobre el papel con plena libertad)


Respecto de el silencio religioso (sospecho que Luis Anchondo trabajará la figura de San Juan de la Cruz) encuentro un buen ejemplo en el ya mencionado García Lorca. Este poema se puede entender literal o vuelto a lo divino. Yo lo leo de una manera u otra, en función del momento, sin que me decante por ninguna de las dos interpretaciones.


                                    Oye, hijo mío, el silencio

                                    es un silencio ondulado,

                                    un silencio

                                    donde resbalan valles y ecos

                                    y que inclina las frentes

                                    hacia el suelo.


    Inclinar las frentes hacia el suelo, rezar, qué otra cosa hacen los campesinos de El angelus de Millet, en un gesto que todos reconocemos inmediatamente. 



 Para terminar, por el momento, la semana que viene más y mejor, me citaré a mí mismo con un pequeño párrafo de Sin fronteras en la que el silencio aparece de forma muy profunda, aunque no esté expresado con esa precisa palabra sino con la de "quietud" que incluye algún matiz más que no pienso desvelar aquí, y que dejo en manos de los lectores para su interpretación.



"La meseta se abría ante ellos, era un lienzo que se extendía en un gris violáceo que dejaba paso a un carmín que se iniciaba tímidamente a los pies y que se imponía en la lejanía, hacia la línea del horizonte. Allí, una banda de color gris cruzaba de este a oeste y parecía enredarse en un disco de un nítido carmín de garanza; después más allá, el gris magenta de la noche comenzaba a venir hacia ellos. Quietud". 















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