Un grifo que gotea
Una gota cae del grifo cerrado del jardín En una de mis obras de teatro, El cuaderno de Elisa , el eje central de la obra, lo que marca el transcurso del tiempo - y de paso le da al texto un aire de circularidad- es un grifo. En concreto, un grifo que gotea. Poco podía imaginar yo, en el momento de escribir aquellas páginas teatrales, que un nuevo grifo, esta vez real, no imaginado, el del jardín de mi casa, iba a catalizar mi relación entre el papel y la pluma, una Faber Castell que alguien me regaló, con la que escribo. El asunto del grifo empezó cuando un gorrión se posó a unos pocos metros de la tumbona (desde la cual contemplaba como el cielo azul de finales de abril se abría paso a codazos entre los maleducados nubarrones de estos días) sobre el grifo del jardín. El gorrioncillo se acicaló las alas, me miró y estudió. Quizás meditaba, en su certera intuició...